- Un informe del analista financiero y ex funcionario del BCV, Orlando Zamora, revela que la bonanza administrada por el chavismo entre 1999 y 2015 asciende a más de 2 billones de dólares
- Sobre un “océano de dólares y bolívares” se pretendió levantar un modelo económico que hoy luce fatigado y caracterizado por un desabastecimiento crónico, recesión y las amenazas de la hiperinflación y el default
Roberto Deniz @robertodeniz
Entre 1999 y 2015 los gobiernos -primero de Hugo Chávez y luego Nicolás Maduro- han administrado poco más de 2 billones de dólares, una cantidad de dinero que “si se arma una torre de billetes de 100 dólares se puede alcanzar la distancia que hay entre la tierra y la luna ocho veces”, dice una investigación realizada por un ex analista financiero con datos del Banco Central de Venezuela (BCV).
El cálculo incluye lo ingresado por cuatro vías: exportaciones petroleras; los tributos directos e “indirectos”, dividendos de Pdvsa y utilidades del BCV; las emisiones de bonos y créditos diversos al Estado y sus entes, así como la emisión inorgánica de dinero del BCV.
En el documento “Venezuela en cifras: nuestra transición al socialismo”, del Ministerio de Planificación, el Gobierno reconoce 1,2 billones de dólares como ingresos entre 1999 y 2014, producto de las exportaciones petroleras, la administración central, gobernaciones, alcaldías y el Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden).
¿Qué pasó con lo ingresado en esa época de “vacas gordas”? ¿Por qué Venezuela pasó de la bonanza al “Dios proveerá”?
El analista financiero Orlando Zamora ofrece algunas respuestas a esas interrogantes en el estudio “Descubra cómo se dilapidó la más colosal riqueza jamás soñada por los venezolanos (1999-2015). Zamora, quien trabajó durante 26 años en el BCV, desmenuza cómo el chavismo dispuso de la bonanza y revela los errores de ese intento por crear un modelo económico que hoy luce agotado.
“El primer indicador de fracaso es el lamentable desperdicio de una gran oportunidad histórica de avanzar, frustrada por el uso y destino de las astronómicas cifras percibidas hasta ahora”, subraya Zamora.
A su manera, el presidente Nicolás Maduro reconocía la debacle. El 21 de enero de 2015, el mandatario asistió a la Asamblea Nacional (AN) para presentar la Memoria y Cuenta. De pie, en el podio principal y ataviado con la banda presidencial que exige el protocolo para esas jornadas soltó la frase: “Dios proveerá”.
Dos palabras que presagiaban dificultades económicas y desnudaban una realidad: el país entraba desprotegido al ciclo de la caída del petróleo. “Son menos divisas, de 96 dólares el barril a 40 dólares”, argumentó Maduro a propósito del declive en la cotización del crudo que comenzó a finales de 2014.
Ante el recorte en el ingreso petrolero el jefe de Estado apelaba a la providencia divina. En cambio, un hombre creyente como el ex presidente de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi), Edgar Hernández Behrens, reconoció recientemente un error cometido por el Gobierno que explica, en parte, la invocación de Maduro.
“En tiempos de vacas gordas no administramos adecuadamente las divisas. Las crisis son cíclicas y la mayoría de los países toman previsiones. Por eso se creó el Fondo de Estabilización Macroeconómica (FEM), pero (ahora) no tiene divisas. No tenemos ningunas reservas”, soltó Behrens, según reseñó el diario La Verdad el 2 de agosto. Pocos días después la ex ministra de Ambiente, Ana Elisa Osorio, fue más lejos. Entrevistada en el portal aporrea.org afirmó que por la mala administración del ingreso petrolero, Venezuela estaba en una “situación de bancarrota”.
Zamora describe la bonanza vivida durante el chavismo como un “océano de dólares y bolívares”. Sólo por las exportaciones petroleras, Venezuela percibió 884.049 millones de dólares, gracias al elevado precio que tuvo el crudo durante varios años de la administración de Chávez. “Venezuela perdió la base financiera para relanzar un modelo económico sostenible. No se ahorró, ni se capitalizó nada de los USD 884.049 millones, equivalentes al 70,6% de la renta petrolera de 98 años”, lamenta el autor.
Otros 772.332 millones de dólares provienen de los tributos directos e indirectos, dividendos de Pdvsa y utilidades del BCV; 251.767 millones de dólares entraron por las emisiones de bonos y créditos diversos al Estado y a sus entes, mientras que la emisión inorgánica de dinero ha representado 107.290 millones de dólares.
El analista explica que para el cálculo “se consolidó el ingreso total recibido en ambas monedas (Bs y $) entre 1999 y 2015, y se expresan en dólares estadounidenses al tipo de cambio promedio vigente en cada uno de los años evaluados”.
De los poco más de 2 billones de dólares, el 38%, esto es unos 772.332 millones de dólares, se destinaron a la “gestión pública”, que incluye los gastos de funcionamiento del Estado, las remuneraciones a empleados públicos, las pensiones, las transferencias de capital a regiones y el servicio de la deuda pública en bolívares, entre otros aspectos. Otros 738.002 millones de dólares corresponden a la gestión de Pdvsa, el ministerio de Finanzas, el Fonden, el BCV y el Bandes, que incluye el gasto destinado a 39 misiones sociales, entre otras cosas. En el caso del Fonden el reporte detalla que por esa ventana se han manejado 132.427 millones de dólares.
La otra gran partida que consumió la bonanza fue la de las importaciones. De acuerdo al estudio, en 16 años el Gobierno destinó 505.104 millones de dólares a compras en el exterior, cifra que representa 25% del total ingresado. “Es conveniente aclarar que el manejo de este mar de divisas que llenó los puertos de buques produjo los más grandes delitos cambiarios ya denunciados: triangulaciones con sobreprecios, deterioro de alimentos (USD 3.885 millones), sobrefacturaciones (USD 69.000 millones), fuga de capitales (USD 177.000 millones), manejo discrecional de USD 28.000 millones en bienes chinos recibidos en pago del 50% de petróleo adquirido a través del fondo chino”.
En ese punto el trabajo de Zamora coincide con datos de la firma Ecoanalítica, del economista Miguel Ángel Santos o con las propias denuncias de ex funcionarios del Gobierno y que apuntan a irregularidades como la sobrefacturación y la fuga de capitales gracias al prolongado control de cambio. “El colosal monto de las importaciones afectó seriamente al aparato productivo interno, estimuló una gigantesca corrupción cambiaria, fuga de divisas y venta callejera de bienes importados en detrimento de la industria nacional y del empleo estable y sustentable”, insiste Zamora.
Para el analista financiero el tamaño del fracaso es directamente proporcional a las dimensiones de la bonanza. Varias son las causas del declive de ese modelo asentado en “océanos de dólares y bolívares” y que hoy es verificable en el desbastecimiento crónico, la recesión económica, el previsible repunte de la pobreza y las amenazas de la hiperinflación, por un lado, y la del default, por otro.
“El más grave error económico desde el principio fue la toma del control operacional y financiero de Pdvsa para convertir parte sustancial de la renta petrolera confiscada por Pdvsa en motor aislado del esquema productivo”, resalta Zamora.
Asegura que el giro en la conducción de Pdvsa a partir de 2003 derivó en “cambios trascendentales en la administración” de la renta petrolera y convirtió a la estatal en la caja para auspiciar los intereses geopolíticos del Gobierno, financiar las misiones o pagar por las expropiaciones de empresas. “Pdvsa, de manejar un fondo rotativo en divisas para cubrir insumos extranjeros por USD 300 millones, pasó a gestionar a plena discrecionalidad el 38% de los ingresos totales percibidos desde 2003 hasta 2014, equivalentes a USD 302.780 millones. Pdvsa nunca requirió tantas divisas, pues sus costos operativos en esencia se producían en bolívares”.
El segundo error fue el “costo colosal de la desmesurada expansión del Estado al propagar instituciones, decenas de nuevos ministerios y entidades diversas”. El tercer desacierto fue “el intento de crear un modelo alternativo de producción y distribución de bienes y servicios, estatista, centralizado en el poder Ejecutivo, que opera a un elevadísimo costo financiero, no autosustentable, sin calidad industrial, dependiente del ingreso petrolero y que resultó de muy bajo rendimiento económico y laboral”.
En el trabajo se resaltan otros pecados como “la aniquilación de parte importante de la producción nacional de bienes y servicios por la quiebra o cierre de miles de fábricas”, el haber minimizado “el rol del BCV como centralizador de las reservas internacionales, gestor autónomo de la política cambiaria y ejecutor de la política cambiaria” y el “aumento artificial y desmedido de la capacidad de compra de los ciudadanos sin estímulos productivos directos, lo que resultó a la postre el factor disparador de una inflación ya incontrolable y empobrecedora de las grandes mayorías”.
El ex ministro de Planificación y mentor de Chávez, Jorge Giordani, defiende las políticas aplicadas y considera al ex presidente como un gran distribuidor de la renta petrolera. “Y si este caballero, Chávez, tiene un sólo mérito histórico, es haber distribuido la renta petrolera”, dijo en una entrevista al portal Contrapunto, en la que aseveraba que hasta 2012 se destinaron 650 mil millones de dólares a saldar la “deuda social”. El documento “Venezuela en cifras: nuestra transición hacia el socialismo”, eleva el monto hasta los 717.903 millones de dólares entre 1999 y 2014.
Pero en la citada entrevista Giordani reconoció las tensiones entre la urgencia política y la racionalidad económica que marcaron al chavismo desde sus inicios y, en cierto modo, convalidan los hallazgos del estudio de Zamora, y explican la vulnerabilidad de Venezuela tras la bonanza vivida.
“¿Tú sabes la primera medida que yo le recomendé al Presidente? 2 de febrero de 1999, los precios petroleros como a siete dólares: Presidente, todo céntimo por encima de esa cantidad, guárdelo. Entonces me dijo: ¿Y qué quieres tú, que me tumben? ¿Qué le dije?: mitad y mitad. (…) Pero era la angustia de este hombre, su angustia era ¿Cómo ayudo yo a…? Bien o mal. Esa era una angustia vital de este caballero (…) La primera medida que sugerí, ya lo dije: guarde todo lo que esté por encima, todos los céntimos. Y esa fue siempre mi posición. Pero está también la tensión del ¿Quieres que me tumben?, la tensión entre las necesidades, la economía, la política”, admitió Giordani.
El 2 de febrero de 1999, durante su discurso de toma de posesión en el antiguo Congreso, el propio Chávez expresó algo que a la postre resultó profético. “Aunque lloviesen petrodólares y mucho dinero, igual sería como un alivio momentáneo, pero igual nos seguiríamos hundiendo un poco más allá en un pantano ético y moral”. 16 años después y desde el mismo recinto, ahora denominado Asamblea Nacional, su sucesor se encomendó a Dios ante la caída del petróleo.
Runrunes
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