A continuación el artículo
El Estado como representación de una nación se convirtió en un anti Estado. Ni siquiera hablando de anomia pudiéramos concebir un término ante la destrucción de Venezuela, porque todo, absolutamente todo, ha sido perforado por el taladro del engaño, la hipocresía, la traición, el delito y la desgracia. Cuesta mucho ver una simbiosis de seres humanos y animales buscando qué comer en el medio de la basura. Saber que nuestros grupos indígenas (niños y adultos) sufren de manera inclemente los rigores de la miseria. Intuir que nos encontramos ante las puertas de la muerte, sí tenemos que llegar hasta un centro de salud pública, buscando “calmar” nuestros dolores.
Luego del ascenso de Tareck El Aissami hasta la vicepresidencia de la República, es evidente que el gobierno busca sólo aferrarse al poder, sin importar las condiciones de penurias que atraviesan los venezolanos; verbigracia, con semejantes propósitos, queda cancelada la posibilidad de realizar elecciones regionales y municipales como ejercicio democrático, o cuando menos, hacerlas conforme con un equilibrio de participación política y ciudadana. ¿Las razones? Son evidentes. El alto rechazo de la población hacia un gobierno cuya retórica no está en consonancia con las necesidades de la gente, sino de sus grupos y mafias corruptas entre funcionarios civiles y efectivos militares, ha degenerado por completo la condición moral y ética de sus “instituciones”.Irónicamente, un gobierno que se hace llamar seguidor de Ezequiel Zamora, siendo éste promotor de la guerra federal, actúa en contra del pensamiento de ese líder popular, cuando sus acciones son centralistas. De hecho, el madurismo, sigue con su rol en desmontar, por no decir aniquilar, todas las gobernaciones. Así tenemos que Wilmar Castro Soteldo (Portuguesa), Aristóbulo Istúriz (Anzoátegui), Érika Farías (Cojedes), Adán Chávez (Barinas), Luis Acuña (Sucre) y el propio El Aissami (Aragua), todos electos en 2012, han sido cambiados de sus funciones por voluntad popular; es decir, este gobierno no respeta las elecciones libres, dejando en evidencia que su palabrería en nada concuerda con sus acciones.
El madurismo, avanza hacia la designación de los gobernadores a dedo, sistema que rigió en la llamada democracia representativa entre 1959 – 1989. El centralismo es su óptica política. Para ellos no es posible la compatibilidad del poder con fuerzas opuestas o críticas. La hegemonía del poder político, económico e institucional será en lo sucesivo, la única formulación e integración pensativa desde el seno de la cúpula del gobierno.
Con la llegada de Tareck El Aissami al poder, Maduro ya no cuenta como figura presidencial, sino que estará (si es que sobrevive políticamente) como figura decorativa hasta 2018. La lucha interna del gobierno sólo se reduce a la repartición del poder entre los grupos que son dirigidos por el vicepresidente y el grupo de militares dirigidos por Padrino López ¿Y Cabello? Sabe perfectamente que ha sido lanzado a la jauría de los leones, y sólo dependerá de él, enfrentarse a éstos para subsistir en la escena política, o por el contrario, imaginar que más temprano que tarde su futuro estará rodeado por la justicia internacional, porque es simple, para El Aissami no existen “camaradas”, sino súbditos, quienes deben obedecer férreamente sus decisiones. En otras palabras, ¿Cabello estará dispuesto a aceptar tal sumisión?
¿Cómo logrará El Aissami tejer un escenario de poder sin elecciones regionales ni municipales imponiendo sin obstáculos su visión totalitaria? ¡Fácil! El contubernio político-jurídico con el Tribunal Supremo de Justicia (el cual traicionó a Cabello, recordemos que éste fue quien los designó) seguirá avanzando, sin importar las formas ni el fondo constitucional. La mal llamada “guerra económica” aunado con la persecución política, justificada en el llamado comando anti-golpe, permitirá reformar o alterar a su conveniencia la normativa de la Carta Magna.
En consecuencia, aunque el Consejo Nacional Electoral (CNE) elaborara un cronograma electoral, más por presiones internacionales e internas de los sectores que adversamos al madurismo, que nadie olvide, que conforme El Aissami fue el autor intelectual en la suspensión del malogrado referendo revocatorio presidencial (2016), repetirá la historia con las elecciones regionales y municipales, incluso, llegando a la barbarie que entre las sentencias por venir, los actuales gobernadores o alcaldes (sin importar su tendencia partidista) pudieran ser sustituidos (como lo han venido haciendo) por el ejecutivo, ante las situaciones de “excepción” contra la alteración de lo que ellos interpretarían como “orden democrático e institucional”, y de esta manera, con todo el control del Estado en cada una de las jurisdicciones del país, enfrentar una hipotéticas elecciones presidenciales en 2018 o en 2019, siempre y cuando, consideren que han recuperado el apoyo o control del voto sobre la población.
Lo que existe en el país es una sodomía política entre quienes detentan lo más alto del poder madurista. Se han perdido todas las condiciones mínimas de convivencia institucional. Vienen días muy duros para la población, cada vez más asediada y vulnerada en sus condiciones de existencia.
Y mientras ello ocurre, tenemos una dirigencia opositora, tanto de izquierda como de derecha, cada vez más desorientada y fragmentada en sus espacios e ideas por contrarrestar la neodictadura y el neototalitarismo. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
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