El País
Con timidez se acercan los seguidores de Henri Falcón a una tarima en Turmero, una ciudad del Estado de Aragua (en el norte de Venezuela), para escuchar al candidato pedir el voto para batir a Nicolás Maduro. “Tenemos a un presidente que traicionó a su propio movimiento. Maduro destruyó al chavismo”, decía hace una semana el único opositor de peso que se presenta a las elecciones presidenciales del domingo, mientras pedía a los militares defender la democracia.
Con timidez se acercan los seguidores de Henri Falcón a una tarima en Turmero, una ciudad del Estado de Aragua (en el norte de Venezuela), para escuchar al candidato pedir el voto para batir a Nicolás Maduro. “Tenemos a un presidente que traicionó a su propio movimiento. Maduro destruyó al chavismo”, decía hace una semana el único opositor de peso que se presenta a las elecciones presidenciales del domingo, mientras pedía a los militares defender la democracia.
Este es su primer mitin en una ciudad que, tradicionalmente, ha votado por el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Falcón, de 56 años, exgobernador del Estado de Lara y chavista hasta 2008, se postula como el político de la “transición”. Apenas llena dos estrechas calles, y su discurso en esta ocasión es breve y va directo al corazón del chavismo decepcionado con Maduro. Reparte billetes de dólares falsos, promete ganar las elecciones y se esfuma.
Falcón ha roto filas con la alianza opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) para ser candidato (por el partido Avanzada Progresista) en unos comicios convocadas por Maduro a su medida. Solo es respaldado por cuatro partidos y algunos dirigentes de la oposición. Pero su principal reto es convencer a los votantes de que acudan el domingo a las urnas en unos comicios criticados por la opacidad del Consejo Nacional Electoral (CNE). “Los que están pensando todavía que esto lo resuelve una intervención militar, un golpe de Estado, están equivocados ¡Cuidado si estas no son las últimas elecciones democráticas en Venezuela! Hay sectores que están equivocados, están convocando a la nada, están convocando al agravamiento de la crisis”, defiende el candidato.
Muchos sondeos indican que Falcón aventaja a Maduro. Solo una encuesta reciente de la empresa de estudios electorales Hinterlaces apunta a que un 58% respalda la reelección del mandatario. José Gil Yépez, un directivo de la firma Datanálisis, sostiene que esto solo sería posible si participa más de un 60% de los votantes. Pero los resultados de las elecciones a gobernaciones, el pasado octubre, y municipales, en diciembre, han dejado un sinsabor en el electorado opositor. Así, la MUD exige, entre otros puntos, la suspensión de las presidenciales mientras no haya una renovación del CNE, al que acusa de actuar en favor de Maduro y desactivar a la oposición.
El dilema entre votar o abstenerse ha dividido a la oposición en esta cita electoral. Los grandes partidos han decidido no avalar los comicios, que califican de fraudulentos. No solo lo ven así los adversarios al modelo chavista, sino también, con matices, disidentes del Gobierno como Rafael Ramírez, exministro de Energía y Petróleo y expresidente de la estatal Petróleos de Venezuela. Investigado ahora por la fiscalía y en paradero desconocido, Ramírez ha afirmado que “la derecha más violenta y vinculada a los intereses extranjeros” intenta capitalizar la abstención, que considera consecuencia de “la desesperanza, desinterés y hastío del ciudadano por el ejercicio de la política con p minúscula y el creciente deterioro de la situación”.
Maduro no ha tenido tregua con los desertores, y menos con aquellos que han tenido aspiraciones presidenciales. Miguel Rodríguez Torres, exministro de Interior y Justicia, fue inhabilitado y encarcelado en vísperas de la convocatoria electoral.
Falcón promete ser conciliador y acabar con la cacería política. “¿Qué es un gobierno de transición? Es un gobierno especial, digamos extraordinario, que gobierne con todos los sectores, de amplia base, que incluya y no excluya a nadie”, defiende el candidato. Además, aboga por “abolir” a través de “acuerdos políticos” la posibilidad de la “reelección indefinida, que sería también una reforma que habría que hacer a la Constitución”.
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