Venezuela está en una hora crítica. La más crítica de su historia reciente, con una población pasando trabajo parejo gracias a un gobierno que, con todo el poder acumulado, anda buscando dentro y fuera del país culpables de sus desacertadas decisiones, del desbarajuste económico, social e institucional en el cual nos ha metido. Aunque parezca una paradoja, la política de controles extremos nos ha llevado a la completa anarquía. En lo político, se trata de un gobierno que no ha disimulado en su afán de convertir a su partido en amo y señor del patio, con el abuso de poder como política central. En lo económico, ha establecido récord planetario en la demolición de
miles de empresas, en el empobrecimiento desenfrenado de la población, especialmente de los más pobres y de la otrora pujante clase media. Y en lo social, repotenció la indigencia, cuya imagen más degradante es la cantidad de personas que cada día deben hurgar en la basura para medio sobrevivir.
Entre sus " logros" está haber provocado la más pavorosa hiperinflación que se recuerde por estas tierras latinoamericanas y cuidado si del planeta, haber acabado con el signo monetario y con la posibilidad de que los asalariados puedan vivir dignamente con el producto de su trabajo. Ni los profesionales han escapado del terrible tsunami que han provocado decisiones económicas basadas en inservibles dogmas y en suicidas recomendaciones que ya nos colocan a la cola de los países más arruinados del orbe. Un país petrolero pasando aceite... Increíble pero cierto.
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