A dos semanas de haber perdido los dos ojos por disparos de la policía del Táchira, Rufo prefiere dormir porque en los sueños ve luz y el mundo que conoció. Su madre dice que oye música y que tienen mucha fe que podrá volver a ver “así sea borroso”
Judith Valderrama / diariolosandes.com
“El a veces está tranquilo, pero otras veces está triste y dice que quiere salir corriendo, que quiere jugar fútbol, que él no va a volver a ver. Qué por qué le paso eso a él. Yo en verdad no tengo palabras, ni con qué ayudarlo. Dice que su alegría es dormir, porque cada vez que él duerme ve la luz”, relata Adriana Parada, madre del joven Rufo.
No son muchas las cosas que Rufo puede hacer luego de haber sido dado de alta del hospital Central de San Cristóbal. Hace solo dos semanas aún podía ver como cualquier joven de su edad. Era despierto, inquieto, disfrutaba de jugar futbol, correr con sus amigos y arreglaba teléfonos y computadoras, con eso recibía algo de dinero y ayudaba a los gastos familiares.
Además, estaba por graduarse de bachiller, ya había terminado la escolaridad y solo espera su título, planeaba ir a estudiar a la Universidad del Táchira ingeniería informática. Su vida dio un vuelco el primero de julio, en solo unos segundos tras la acción criminal de dos policías que le atacaron con perdigones justo en su cara y lograron alojarle 52 balines que acabaron con sus dos ojos, mientras Rufo acompañaba a su madre en una manifestación pacífica para que les vendieran gas doméstico y poder cocinar en casa.
Hoy la luz que ve el adolescente solo aparece en sus sueños, por eso su estado preferido es dormir, según cuenta su madre Adriana Parada, “Él dice que cuando duerme es feliz porque ve la luz y eso me entristece, como madre me entristece. ”
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