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"Señor Jesucristo, a partir de hoy tú serás mi Ciudad Refugio", exclama un pastor evangélico y despierta el fervor de miles de seguidores en un antiguo cine de un barrio popular en la provincia de Buenos Aires.
A través de programas de ayuda y contención, la presencia de la Iglesia evangélica, encabezada por los pentecostales, es cada vez más visible entre los argentinos, agobiados por una brutal crisis económica con un índice de pobreza que alcanzó al 35,4% de la población.
Con gran capacidad de movilización, mediante espacios radiales y en la televisión, los evangélicos marcan territorio en casi todas las provincias de un país tradicionalmente católico, cuna del Papa Francisco.
De indiscutible influencia en el debate sobre familia, aborto y sexualidad en todos los estratos sociales, "políticos de todos los bandos" le hacen la corte de cara a las elecciones del 27 de octubre.
- "Mi vida se la debo a Él" -
"No hay situación adversa que Él no pueda transformar", insiste el pastor pentecostal Alberto Rey, con un carisma digno del líder de una banda de rock.
"¡Todo lo que necesitas está en Él y nadie más que Él!", pregona Rey, de 52 años y vestido con impecable traje azul, mientras miles de personas alzan sus manos en la Iglesia Manantial de Bendiciones.
El avance evangélico en Argentina se dio a partir de 2001, cuando el país vivió la peor crisis económica de su historia.
"Es indudable su influencia y legitimidad creciente a partir de allí", sostiene Marcos Carbonelli, doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires.
"Las iglesias evangélicas tienen un discurso que marida mejor con la crisis. Muchos se acercan también por la red de ayuda social, encuentran trabajo o consuelo entre la comunidad", explica el analista, investigador del CONICET, organismo estatal de promoción de la investigación científica del país.
"La clase política lo sabe y los usa para sus programas", añade.
- "Los templos se multiplican" -
En Buenos Aires han ido conquistando casi todos los barrios, en cines o antiguos salones convertidos en iglesias gigantes, y miles de "células" como se conoce a los hogares de la gente donde hacen "mini-cultos", guiados por su pastor.
"En los últimos diez años el crecimiento fue acelerado; ¡es tremendo!", señala el pastor Rúben Proietti, líder de la Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA).
"En todos los barrios son más las iglesias evangelistas que las católicas", agrega.
Según miembros de ACIERA, hay más de 5.000 templos en Buenos Aires y aunque no hay datos oficiales sobre el número de fieles, se estima que pasó del 8% de la población adulta a casi el 20% en una década.
De todas maneras el fenómeno está lejos de Brasil o Guatemala, este último considerado su "capital" en la región. Según un informe de Latinobarómetro, en la mayoría de los países de América Central, salvo Panamá y Costa Rica, la religión católica ya no es mayoría y buena parte de su población se define como evangélica.
- ¿Dios al poder? -
Las movilizaciones en 2018 contra un proyecto de ley para legalizar el aborto no dejaron dudas sobre su avance y los pastores evangélicos se transformaron en líderes imposibles de ignorar. Sin embargo no ha surgido un partido o líder político al estilo brasileño. "Son ellos que vienen y piden, políticos de todos los bandos y nosotros los recibimos", dice Proietti al desmentir informes de prensa de que son afines al gobierno de Macri. Por ahora su representación en la clase política argentina es mínima. "A pesar de sus acercamientos con políticos oficialistas y la presencia de algunos evangélicos en el gobierno, de momento no creo que encontremos pastores que sean candidatos a gobernadores o a presidentes en Argentina", destaca Carbonelli.
- "Transformación espiritual" -
Los evangélicos se definen como personas que alcanzan una "transformación espiritual a través del Espíritu Santo". Para ellos, los dones del Espíritu Santo incluyen la capacidad por ejemplo de curar enfermedades o profetizar.
"Yo vivía tirada en una cama, encerrada hasta que conocí a Dios", cuenta Evel Lorena, de 48 años. A su lado su marido, Alfredo Mendoza, narra su período de "oscuridad" tras quedar desempleado y cómo todo cambió.
"Hoy tengo muy buen trabajo gracias a Dios", dice este chofer de camiones.
Carbonelli advierte que no es para cualquiera: "Te exigen una vida familiar, sexual, que no todo el mundo está dispuesto a seguir". Pero ellos dicen que "no es así". La "Iglesia Evangélica no es la Iglesia del No", asegura Proietti.
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