Llegamos a un punto de no retorno, la gente que está en la calle perdió el miedo, a pesar de la cruel represión y la presencia de colectivos armados que en apenas 46 días se han cobrado la vida de más de 50 ciudadanos, en su mayoría jóvenes estudiantes.
El régimen está contra la pared, tiene un grave problema de gobernabilidad, nadie lo respeta, el rechazo a la gestión de Nicolás Maduro es de 79,3% (More Consulting). El pasado lunes hasta las vacas, que para Maduro son sagradas y dignas de ser electas en su constituyente, atendieron el llamado al plantón nacional, como se vio en Varela, estado Trujillo, entidad que presumía de ser un bastión chavista. Lo mismo se repitió en otras poblaciones de Mérida y Zulia. En Santa Cruz de Mora los efectivos de la GNB tuvieron que salir corriendo ante la avalancha de gente dispuesta a entromparlos.
La intensidad de la protesta en la calle ha sobrepasado los pronósticos tanto en el gobierno como en la MUD. Los valientes jóvenes que dan la cara –aunque tapadas para protegerse de los gases tóxicos– y que están a la vanguardia en las marchas afirman que ya no tienen nada perder, que no tienen futuro en este país si Maduro y sus secuaces siguen en el poder, lo arriesgan todo, saben que pueden perder la vida, ser torturados, objeto de tratos infamantes si son capturados, sembrados y finalmente enviados a las mazmorras de los cuerpos represivos del Estado.
El lunes, Luis Alviárez, apenas un niño de 17 años, murió por una bala en el pecho mientras manifestaba en Palmira, estado Táchira. Como él, la mayoría de los que protestan han nacido durante este capítulo infame de la historia de Venezuela, nunca han conocido otra gestión de gobierno que no haya sido la de Chávez y Maduro. El sacrificio de esos jóvenes no puede ser en vano. Desconocemos cuál es la estrategia de la MUD, espero la tenga; es la dirigencia la que tiene que estar a la cabeza de las acciones que conduzcan al desenlace anhelado por la población y no estar a la cola, aguardando que la dinámica dicte las pautas.
El pueblo se alzó contra el gobierno, atendió el llamado a la rebelión que hizo el presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, el pasado 1° de mayo. Ha sido contundente y acertado el reclamo que hizo al ministro de la Defensa, Padrino Lopez para que “abra las puertas a un debate sincero en la Fuerza Armada”, en un momento en que a lo interno se percibe que esa institución está siendo destruida como hizo Fidel Castro en Cuba, a través de la milicia armada y de los bandas paramilitares llamadas “colectivos”, que le hacen el trabajo sucio a la GNB y la PNB en las manifestaciones con un saldo de muertos y heridos verdaderamente escalofriante.
El plan de operaciones Zamora, que obliga a una intervención militar para el control del orden interno y del poder, tiene como propósito utilizar a la Fuerza Armada Nacional en la ruptura del orden constitucional. Los venezolanos se rebelan contra la pretensión de hacernos prisioneros de un gobierno de las Fuerzas Armadas. Solo una cúpula de degenerados militares corruptos, narcotraficantes y violadores de los derechos humanos –como los sanguinarios “tontons macoutes” del dictador haitiano Francois Duvalier– son los que hoy fungen como guardianes de una dictadura que ya es insostenible. Serán derrotados. Los mandos medios y la tropa pueden desconocer a un alto mando politizado y corrupto, despreciado por la mayoría y que, más pronto que tarde, estará sentado ante la justicia nacional e internacional al establecerse un gobierno democrático que restituya la misión constitucional de la Fuerza Armada Nacional. ¡Falta poco!
Marianella Salazar
Opinión: El Nacional
El régimen está contra la pared, tiene un grave problema de gobernabilidad, nadie lo respeta, el rechazo a la gestión de Nicolás Maduro es de 79,3% (More Consulting). El pasado lunes hasta las vacas, que para Maduro son sagradas y dignas de ser electas en su constituyente, atendieron el llamado al plantón nacional, como se vio en Varela, estado Trujillo, entidad que presumía de ser un bastión chavista. Lo mismo se repitió en otras poblaciones de Mérida y Zulia. En Santa Cruz de Mora los efectivos de la GNB tuvieron que salir corriendo ante la avalancha de gente dispuesta a entromparlos.
La intensidad de la protesta en la calle ha sobrepasado los pronósticos tanto en el gobierno como en la MUD. Los valientes jóvenes que dan la cara –aunque tapadas para protegerse de los gases tóxicos– y que están a la vanguardia en las marchas afirman que ya no tienen nada perder, que no tienen futuro en este país si Maduro y sus secuaces siguen en el poder, lo arriesgan todo, saben que pueden perder la vida, ser torturados, objeto de tratos infamantes si son capturados, sembrados y finalmente enviados a las mazmorras de los cuerpos represivos del Estado.
El lunes, Luis Alviárez, apenas un niño de 17 años, murió por una bala en el pecho mientras manifestaba en Palmira, estado Táchira. Como él, la mayoría de los que protestan han nacido durante este capítulo infame de la historia de Venezuela, nunca han conocido otra gestión de gobierno que no haya sido la de Chávez y Maduro. El sacrificio de esos jóvenes no puede ser en vano. Desconocemos cuál es la estrategia de la MUD, espero la tenga; es la dirigencia la que tiene que estar a la cabeza de las acciones que conduzcan al desenlace anhelado por la población y no estar a la cola, aguardando que la dinámica dicte las pautas.
El pueblo se alzó contra el gobierno, atendió el llamado a la rebelión que hizo el presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, el pasado 1° de mayo. Ha sido contundente y acertado el reclamo que hizo al ministro de la Defensa, Padrino Lopez para que “abra las puertas a un debate sincero en la Fuerza Armada”, en un momento en que a lo interno se percibe que esa institución está siendo destruida como hizo Fidel Castro en Cuba, a través de la milicia armada y de los bandas paramilitares llamadas “colectivos”, que le hacen el trabajo sucio a la GNB y la PNB en las manifestaciones con un saldo de muertos y heridos verdaderamente escalofriante.
El plan de operaciones Zamora, que obliga a una intervención militar para el control del orden interno y del poder, tiene como propósito utilizar a la Fuerza Armada Nacional en la ruptura del orden constitucional. Los venezolanos se rebelan contra la pretensión de hacernos prisioneros de un gobierno de las Fuerzas Armadas. Solo una cúpula de degenerados militares corruptos, narcotraficantes y violadores de los derechos humanos –como los sanguinarios “tontons macoutes” del dictador haitiano Francois Duvalier– son los que hoy fungen como guardianes de una dictadura que ya es insostenible. Serán derrotados. Los mandos medios y la tropa pueden desconocer a un alto mando politizado y corrupto, despreciado por la mayoría y que, más pronto que tarde, estará sentado ante la justicia nacional e internacional al establecerse un gobierno democrático que restituya la misión constitucional de la Fuerza Armada Nacional. ¡Falta poco!
Marianella Salazar
Opinión: El Nacional