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No se conoce con precisión la cantidad de muertos. Las estimaciones ofrecidas por las autoridades alcanzan los 30.000 fallecidos y miles más de desaparecidos, entre los que se encuentran 119 niños
Luis de Jesús / El Nacional
Se cumplen 20 años de la tragedia de Vargas. Las fuertes lluvias con las que inició diciembre de 1999 eran el indicio de uno de los desastres naturales más grandes que sacudió no solo a un estado, sino a un país que no había vivido en la historia reciente una catástrofe de esta magnitud.
Hasta los momentos no se conoce con precisión la cantidad de muertos. Las estimaciones ofrecidas por las autoridades para esa fecha alcanzan los 30.000 fallecidos y tantos miles más de desaparecidos, entre los que se encuentran 119 niños de los cuales no se tuvo ningún registro.
La cantidad de agua que cayó sobre el cerro El Ávila hizo que se produjera el deslizamiento de piedras, que alcanzaban enormes tamaños, y los troncos de los árboles que habían sido arrancados. Chocaban con las casas y los edificios con una fuerza tan vasta que fueron capaces de demolerlos en segundos.
De la tragedia de Vargas quedó un desierto
Muchas personas murieron en sus casas atrapadas porque no pudieron salir a tiempo o porque se resistían a dejar lo que había sido su hogar durante años, quizá lo único que tenían. Las toneladas de lodo tapiaron las calles y solo quedó un lugar desconocido para quienes pudieron ver el después de aquel deslave que arrasó con todo lo que había a su paso.
Muy pocas edificaciones se mantuvieron erguidas y, aunque así hubiese sido, de alguna forma quedaron notablemente dañadas. Carros, autobuses, animales y personas se iban con la corriente. No hubo contemplación de la naturaleza en esa fecha, en la que Venezuela se preparaba para las elecciones con las que el fallecido presidente Hugo Chávez pretendía modificar la Constitución.
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